Ni un espacio crítico amplio ni menos una instancia de reflexión



martes, 19 de abril de 2011

La nueva forma de renunciar

La ministra Matte, en 2010, sonríe ante las cámaras luego de enterarse de que sólo se trata de mejorar la gestión.

Es cierto que U2 dejó la vara muy alta. Pero esta administración no se anda con chicas.
Poco antes de las seis de la mañana, la ministra Matte efectuó una prueba de sonido en casa del Presidente de la República. Sebastián reclamó por lo temprano de la hora pero la ministra le informó que de otra manera no era posible porque su performance duraba casi una hora y media sin intermedio. Hechos los ajustes necesarios, se citó por twitter a todos los ministros a La Moneda para las 11 de la mañana.

Como invitados Vip se contaba a sus tres hijas y su marido don Hernán Larraín, quienes escoltados por un par de chicas algo escasas de ropas, a eso de las diez de la mañana avanzaban por el pasillo central en dirección hacia las primeras ubicaciones para las cuales a esa hora ya no quedaba ni una sola entrada y donde de paso ya no cabía ni un alfiler. Hernán y sus hijas sonreían ora a la izquierda ora a la derecha.

Poco antes de las 11, vestidos con su uniforme tradicional, terno oscuro y corbata clara, se instaló en el escenario el grupo coreográfico formado por quienes hacían de ministros. Impertérritos, esperaron pacientemente la llegada de la ministra quien apareció exactamente a las 11:15 de la mano de su jefe inmediato quien, entre aplausos, la ayudó a subir al escenario y acomodó los micrófonos y el sistema de altavoces. El Jefe de Gabinete, en tanto, se preocupaba por ajustar las conexiones del sistema de video conferencia que permitiría que la performance fuese transmitida hasta los rincones más apartados de Chile en vivo y en directo.

Magdalena comenzó muy serena y tranquila a desgranar su verbo exquisito en medio del ceremonioso silencio de los presentes. A prudente distancia de la diva, el coro se mantenía estático, representando a las maravillas su rol de comparsa republicana, esperando el momento de su participación más activa, a la hora del desenlace.

La Magda no escatimó elogios para sí misma. Se calificó de humilde, íntegra y correcta. Apenas pronunciada la palabra "correcta", y siguiendo una indicación del Jefe de Gabinete, el coro prorrumpió en un aplauso cálido y prolongado, lo que confundió a la prensa y al público porque se creyó que esa manifestación de cariño era una clara muestra de que la presentación había terminado. Pero no. El mismo coro es el que se encarga de sacarnos de la duda entonando al unísono un afiatadísimo shhiit, shiiit, shiiit, que dejó a todo el mundo patitieso por la calidad de la entrega. La Magda, en efecto, todavía tenía que atacar el rondó del servidor público honesto que finaliza con el célebre verso de que "las cosas no han sido fáciles."

En efecto, restaba aún la parte más emotiva: la despedida. Quedaban pocos minutos para el final y el coro se notó algo ansioso, con lo que el desenlace pudo ser previsto por un público exigente. Pero no fue el caso. A la hora y cincuenta y cinco minutos, Magda lanzó al aire las palabras que todos esperaban: CREO EN CHILE, dijo. Luego miró en derredor. El coro de ministros, siguiendo otra vez la casi imperceptible indicación del Jefe de Gabinete, se abalanzó sobre ella en una pelea brutal por quién le daba el primero o el más cariñoso de los besos. Varios figurantes cayeron al suelo desde el fastuoso escenario, dificultando el acceso a escena de don Hernán, quien en ese minuto debía abrazarla y hacerla llorar a como diera lugar. No fue necesario, Magdalena, contenida la emoción hasta ese instante, prorrumpió en un prolongado y quejumbroso llanto que dejó a los presentes patituertos de sentimiento. El coro, rompiendo filas, distribuidos ahora por todo el escenario, aplaudía a rabiar, invitando al público a participar con ellos, gesticulando con las manos, las palmas vueltas hacia el cielo. Magdalena había renunciado.