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viernes, 18 de febrero de 2011

Avances en Psiquiatría: el caso Rysselberghe

"No sabís ná la chichita con la que te estái curando..." Concepción, marzo 2010.

Por medio de simples llamados telefónicos pero cargados de emoción, la intendenta de la Octava Región, Jacqueline van Rysselberghe, la "Coca", confirmó ayer en sus cargos al ministro del interior Rodrigo Hinzpeter, a la ministra de vivienda Magdalena Matte, a la vocera Ena von Baer y al Presidente de la República Sebastián Piñera.

El primero en recibir la buena nueva fue Rodrigo a quien le aseguró que las dudas que alguna vez tuvo por su lentitud en tomar decisiones las había repensado y que ahora con la cabeza más fría estimaba que fue una respuesta natural vistas las circunstancias en las que había recibido la información sobre los subsidios y la baja resolución de los videos. Le agradeció su hábil sugerencia de abandonar el país por una semana, calificándola de jugada maestra. Terminó asegurándole que respaldaba plenamente sus dichos en torno a su capacidad para tomar decisiones duras sin temor, si de la salvaguarda del nuevo estándar para la administración pública se trata, y eso el país lo sabe, recalcó. Rodrigo, al despedirse, le agradeció su apoyo con unas palabras balbuceantes acerca de que eso de inventar historias era un valioso aporte para la cultura, más aún si iba en beneficio de los más necesitados. Ya, qué rico, respondió la Coca.

A continuación le tocó el turno a la ministra Matte. Le dijo que comprendía perfectamente su salida de madre por lo de la indignación y que ella conocía de sobra este tipo de reacciones destempladas debido a su trabajo clínico y sabía perfectamente cómo manejar los diversos trastornos de personalidad así que no se hiciera ningún problema. Que no estaba sentida. En un murmullo inaudible al punto de que la Jacqueline le pidió que hablara más fuerte, la ministra Matte le dijo que eso de la indignación había sido por lesear nomás. Y que nunca se habían sentido involucrados en el asunto de marras, ni ella ni el subsecretario, a quien Jacqueline aprovechó de enviar cariñosos saludos.

Con la von Baer la conversación fue cortita. Le anunció que seguía en el cargo, que eso de defender lo indefendible le hacía bien al país: todo depende de las circunstancias le dijo. Por lo demás te salió muy bien, agregó. "Te ayuda la cara de palo", le soltó, pero en broma. Ese enredo en que te metiste con la ética resultó estupendo. Dejaste a todos los periodistas pagando.

Para el final dejó al presidente Piñera, quien a la postre resultó siendo el que más se jugó por ella. Le dijo que estaba muy conforme con su performance en toda esta trifulca baladí. Que había hecho muy bien esperando tranquilamente cómo se iban dando las cosas en vez de actuar a tontas y a locas, sin pensar. Le dijo que jamás iba a terminar de agradecerle sus atentos e incesantes llamados telefónicos a Juan Antonio y a Carlitos Larraín, para informarse de cuál era su parecer en todo este asunto y estar siempre dispuesto a escuchar sus sabios consejos. Eso demostraba a Chile y al mundo que era un verdadero estadista y por lo tanto resultaba impensable una decisión distinta a su continuidad en el cargo porque se lo había ganado en buena lid. Le recomendó, eso sí, que tuviera cuidado con ese tal Ossandón, "ya sabes la hermanita que se gasta", le recordó. Casi al final, le informó que Juan Antonio también estaba muy satisfecho con su comportamiento y que desde un principio le había comentado a ella que no se preocupara de nada porque "yo conozco a mi gente" -le había confidenciado Juancito. Carlos y Juan Antonio te envían un gran abrazo y me han encargado transmitirte que sigues contando con toda su confianza, al igual que yo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Finalmente se hace justicia con alguien que se las ha jugado siempre por sus ideas, sean ellas de donde sean. La conocí en Pingueral, hermosa playa de la región que usamos solo los que tenemos predios por allí. Esa noche me dijo, Carlos, me has hecho sentir lo que ningún hombre podría. No se a que se refirió. Sólo hice lo que un muchacho de la Gran Avenida debía hacer. Luego de ese incidente no supe más de ella y su azarosa existencia, hasta que apareció como intendenta de la región. La llamé para felicitarla y me respondió cariñosamente, incluso mencionó la noche aquella. Sabía para donde iba, así que le corté no antes de ofrecerle mis servicios de seguridad. Ahora estoy esperando que me reciba para darle a conocer que existe un tal Navarro, del cual tengo todos los antecedentes recogidos por mis muchachos y a quien abría que hacer una visita. No sé si ella seguirá con estas prácticas.

Investigador