Ni un espacio crítico amplio ni menos una instancia de reflexión



domingo, 7 de marzo de 2010

Chile ayuda a Chile




El día de ayer, fue, lo confieso, un día de muchas emociones.
Nunca antes Chile había vivido una jornada solidaria más exitosa y emotiva. Codo con codo se trabajó durante más de 24 horas, uniendo las sensibilidades más dispares para finalmente terminar el país entero celebrando no sólo el logro de la meta sino su amplia superación al conseguir recaudar más del doble de lo esperado.

Don Francisco, como de costumbre, no cejó en su aliento incansable para motivar, no sólo a nosotros, los ciudadanos de a pie sino también y con mucho más fuerza al empresariado nacional para que todos entregásemos, desinteresadamente, nuestro granito de arena solidario.

En medio de tanto gesto altruista y nobles intenciones, no sorprendió entonces que Sebastián quisiera intervenir y dirigirse al país para dar su respaldo y entregar una palabra de aliento ante la larga jornada que se avecinaba. Un discurso sobrio y sereno. Muy honesto, también. Me alegró saber que se sentía un poquito culpable por haberse ido a instalar el sábado 28 a la Onemi, en medio de la batahola, sin tener ni pito que tocar. Dijo compartir el sentimiento generalizado de que mejor hubiese sido hablar desde su casa y no haber ido a entorpecer las actividades del organismo, que ya sabemos, las vio negras. Llamó mi atención también una conducta que podría calificarse de incipiente falta de transparencia al no informar el monto de su aporte monetario que, después de todo, vista su decisión de no vender sus acciones en estos días, es de algún modo, explicable. Capaz que no tenga sencillo. (Su ir y venir accionario no vislumbra por estos días lo que se llama en jerga económica una ventana de oportunidad que, en mi modesta opinión, es ni más ni menos lo que vieron los protagonistas del pillaje en Conce y alrededores.)
Sin embargo, a todas luces, el aporte empresarial fue decisivo. Emocionó, cómo no, el momento -pasadas ya las seis de la tarde, cuando el monto apenas se empinaba por los 7 mil millones y sólo quedaban cuatro horas de jornada- en que don Francisco anunció el aporte de la empresa constructora Paz Froimovich. Veinticinco millones de pesos que la audiencia recibió alborozada, con algo de confusión, por qué no decirlo... hubo parte de la audiencia que se preguntaba por qué le sonaban tanto esos apellidos.

Pero el momento más emotivo había ocurrido mucho antes, exactamente a las 3 con 34 minutos de la madrugada del sábado. Con aparatosa fanfarria, el guatón Francisco anunció en ese instante justo y preciso el esforzado y generoso aporte del Sistema Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada. Encabezados por el capitán de navío don Mariano Rojas, los cuatro efectivos que estaban de guardia la noche trágica que cambió el rostro de Chile, avanzaron desde bambalinas con paso firme. Sin embargo, ante el micrófono, Rojas comenzó a balbucear unas palabras entrecortadas -que según El Mercurio de hoy reflejaban una suerte de contrición- y después miró a su lugarteniente instándolo a hacer entrega de las 27 lucas y media que entre los cuatro efectivos habían logrado reunir en una semana.
Fue ese el instante en que regresó a su magín la instancia decisiva con audio incluido que en Chile nadie conocía, y que entregamos ahora, en exclusiva:
"-Bueno, Pérez, ¿qué dicen los instrumentos?
-La verdá es que poco cacho, mi capitán.
-Mira por la ventana, entonces... ¿ha subido el mar?
-Como que sí, como que no. Es que se ve re poco...
-Pero, a ver... ¿es pa tsunami o no es pa tsunami? Aquí hay que ser súper claro.
-Yo diría que no, mi capitán.
-No hay tsunami, entonces...
-Yo... diría que no...
-Que no ¿qué?
-Que no hay tsunami.
-¿No hay tsunami?
-No, mi capitán. No hay tsunami.
-Ya. Ahora nos estamos entendiendo.
....................................
-Aló... Presidenta?"

No hay comentarios: