Ni un espacio crítico amplio ni menos una instancia de reflexión



lunes, 3 de enero de 2011

La defenestración de Ximena



Sí. Lo sé. Ya había tenido bastantes problemas con la Virgen, con el Demonio y con Karadima. Pero nunca me imaginé que podrían reaccionar de esa manera, y menos por un simple tuiteo... ¿Ah? Como a la media hora, diría yo. No, para nada. El Lavín entró primero. No, no saludó. Bueno, en ese momento no vi a nadie más porque los otros dos venían agachados, agazapados detrás de este señor. Recién los vine a ver cuando el Lavín señaló con su mano derecha hacia mi escritorio, apuntando a mi blackberry.
 Aparecieron detrás de él, como de la nada, cada uno por un lado y se dirigieron rápidamente hacia el escritorio pero yo ya había tomado el aparato con mis dos manos y lo arrastraba hacía mí, pa meterlo en mi cartera. En ese momento Lavín habló por primera vez y lo que dijo fue: "Señora, está despedida", con una voz estentórea que no le conocía. Entonces lo miré por un segundo, un segundo fatal porque ya los dos tipos tenían sus manazas sobre las mías y forcejeaban con mis dedos para separarlos y hacerme soltar el blackberry. Pero yo apreté con más fuerza aún, con tanta fuerza que junto con el aparatito arrastré a los dos tipos por sobre el escritorio. Imagínese, dos mastodontes arrastrados por mí deslizándose por entre mis carpetas y papeles hasta que fueron a caer allá atrás. Ahí aproveché  para subirme al escritorio con mi blackberry bien atesorado en la cartera con la intención de dar un salto y alcanzar así la puerta. Pero cuando iba en el aire, el Lavín alzó los brazos, agarró una de mis piernas y me hizo caer al piso con los brazos extendidos y ahí quedé cual madre borracha con la cartera y el blackberry a un tris de alcanzar la puerta. Me acordé entonces de que andaba con faldas y que el Lavín, que también estaba caído detrás de mí, podría estar mirándome los churrines. Esa idea tonta fue lo que me perdió porque cuando quise reaccionar y levantarme, los dos mastodontes ya habían llegado a la puerta y se habían apoderado de mi cartera, la que tiraron después de sacar el blackberry y metérselo al bolsillo, el que tenía cara de bueno... ¿Barbarie? ¿Un acto de barbarie? Noo. Discriminación por sexo, tal vez. ¿Ah? Sí, sí, discriminación, porque, dígame ¿Ud cree que hubiesen hecho lo mismo con un hombre que hubiera escrito que el sueldo era como la raja? ¿Ah?

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