Ni un espacio crítico amplio ni menos una instancia de reflexión



martes, 28 de junio de 2011

El estado de malestar


Es una verdad palmaria indiscutible que en el pasado la centro derecha, la derecha y la derecha derecha hicieron práctica habitual la de denostar lo público y ensalzar lo privado, considerando al Estado como un mal necesario y Dios me libre como herramienta que pudiera, pudiese o pudiere ayudar en la mejora de las condiciones de vida de las personas. ¿Por qué? Pues porque el bienestar de los individuos depende exclusivamente de su propio esfuerzo e iniciativa y Dios me libre otra vez de políticas o decisiones públicas.

Desde que eran unos chiquilines, emprendedores precoces, pero con redes sociales de verdad, exclusivas, de clase, y no esa boludez que leís tú todas las mañanas, han abogado por un Estado minúsculo, que abomina de las personas, incapaz -era que no- de establecer regulaciones para contener los desbordes abusos en que pudiera, pudiese o pudiere incurrir la iniciativa privada, o sea, la de ellos mismos.

Durante el régimen militar la dictadura, no dudaron en calificar a la política como una actividad perversa, vilipendiando a la democracia cuantas veces les vino en gana. Mucho tiempo después, todavía miraban con recelo y suspicacia la penosa participación en el poder que cabe a los ciudadanos cada cuatro años: hace apenas seis añitos, recién en 2005, con la boca chueca, dieron el sí pa eliminar a los senadores designados.

No fueron exitosos en esta cruzada. Fueron exitosísimos. Hoy, los ciudadanos destilan desconfianza hacia la política, los politicos, los partidos, el gobierno, y la oposición, si la hubiera.
Y los ciudadanos están en lo cierto. No cabe sino la desconfianza hacia estos hombres privados que se muestran altamente incompetentes en el manejo de cargos públicos complejos a la vez que incapaces de dar respuesta a las demandas ciudadanas de quienes antes de innovar o emprender agradecerían simplemente que no los cagaran.

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El equipo de Sebastián Escucha agradece la sentida colaboración de don Agustín Squella. Naturalmente, ha debido ser editado.

2 comentarios:

EO dijo...

el hecho de vigilar las redes sociales para ver los insultos variados y merecidos ha provocado el efecto contrario. a ver si piñera es capaz de aceptar estos comentarios.

Dago dijo...

Buena observación, Observador. Gracias por el comentario.