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Presidente Piñera sacando provecho del ingenio de otros, con el río Hudson como telón de fondo, en Manhattan. |
Siguiendo con su maldita costumbre de creer que todos los verbos son regulares, el primer mandatario hizo de las suyas en la ONU con su discurso, sumiendo en el mayor desconcierto a los traductores que se vieron obligados a enviarse papelitos consultándose unos a otros a qué palabra en inglés correspondía el participio cubrido, por poner un ejemplo.
Por fortuna, el desayuno con Bill Gates se desarrolló en la lengua del país anfitrión, en la que curiosamente Sebastián parece sentirse más a gusto.
El encuentro duró poco más de media hora y estuvo plagado de recuerdos de su paso por Harvard y de las peripecias por las que ambos tuvieron que pasar para hacerse de un nombre y una situación que les permitiera ir tirando por la vida. A continuación, ofrecemos un extracto de la conversa, en traducción libre.
Escenario: Hotel Millenium, 5a Avenida con la 48. Sebastián viste su tenida tradicional, terno oscuro y corbata roja. Billy, bastante más informal, lleva zapatillas y camisa afranelada, sin corbata.
- Así que en Harvard, también, ah? ¿en qué años? ¿por el 70 quizás? ...Sí, porque tú soi mayor ¿no?
- Bueno, claro, yo soy del 49... pero me doctoré el 72.
- ¡Ah! Conque doctor el rotito, eh? (en español, en el original). Nooo, yo me fui antes de terminar.
- ¿Y eso por qué?
- Bueno, porque andaba inventando cosas. Y si no las inventaba se las compraba a alguien que ya lo hubiera hecho. Baratito sí, pos.
- ¿Y te ha ido bien? ¿En cuántos guatones vai? Porque tú erai de clase media ¿no? Igual que yo... Hijos del rigor.
- Nooo, bien, pos. Es que le apunté con un sistema operativo, no sé si cachái algo... Aquí donde me veís, voy por los 55 mil... Noo, con el SO me fui p'arriba de un viaje.
- Ya...
- Y tú ¿qué inventaste?
- ...............
Una verdadera avalancha de tics -no hay otro modo de expresarlo- se abalanzó sobre Sebastián y lo zarandeó de arriba a abajo y de lado a lado, durante más de dos minutos.
Bill esperó un tiempo prudente y repitió la pregunta. Esta vez el Sebastián salió eyectado de su silla y estuvo a un tris de aplastar su cabeza contra el techo. Aprovechando su momentánea ausencia, Bill se incorporó de a poquito y luego cruzó el lobby, raudo, directo hacia la calle.
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"Chilenos... chilenitos... ¿ustedes son weones o qué?" |