Reingeniería de la Familia

Que Sebastián proviene de una familia de clase media, es algo que todos sabemos. Una familia parental, o sea con papá y mamá, y con hermanitos (como muestra la Figura), lo acogió en su seno desde antes de que diera sus primeros pasos, como es natural.
Muchos años más tarde, ya adulto y egresado de Harvard donde destacó por su habilidad con los números, decidió él también formar una familia, a semejanza de sus progenitores. No le costó gran cosa. Primero enamoró a la Cecilia y, después, entre una especulación y otra, vio cómo llegaban al mundo, uno a uno, sus cuatro retoños.

Mayúscula fue su sorpresa, entonces, cuando en medio de la campaña electoral se fue enterando de que no todas las familias eran como la suya. Por primera vez escuchó el término "familia uniparental" y supo que nacían más niños fuera del matrimonio que dentro de él. (Este asunto de los niños "outsiders" -así los llamó- fue tan devastador para su conciencia católica de misa dominical que, tiempo después, se lo comentó a una periodista que lo entrevistaba a quien le preguntó sin sonrojarse si estaba al tanto de esa estadística.)

Ok.

Algo está pasando con la institución matrimonial, concluyó para sí. Y como es hombre que no se anda con chicas, decidió conformar un comité de crisis para bien resolver la situación. A la cabeza de este comité se puso él mismo. Y lo primero que hizo fue desestimar todos los estudios que disciplinas como la psicología o la sociología hubieran desarrollado con anterioridad, o que al momento fueran objeto de su análisis. Con los estudios antropológicos no se metió pues desconocía el término.

"La familia está en crisis por falta de incentivos", concluyó al cabo de unos meses, después de haber aplicado al núcleo básico de la sociedad los más diversos métodos de análisis cualis y cuantis que provee la ciencia económica.
"¿Qué tal si a las parejas que lleven 20 años de matrimonio civil y religioso, y estén alguito aburridas, les ofrecemos 150 lucas por permanecer juntas tan sólo treinta años más?"
"Brillante", se dijo. "No por nada saqué en Harvard las más altas calificaciones en Quién se ha llevado mi queso I y II."
Sonrió y levantó el teléfono.

-Estás ahí, Hinz?
-Dígame, Presidente.
-Métele al discurso, en alguna parte, un bono pa los matrimonios que cumplan 50 años.
-Vale.