Ni un espacio crítico amplio ni menos una instancia de reflexión



jueves, 11 de marzo de 2010

La Madre Tierra no te quiere, Sebastián




Así parece ser, Seba, la madre Tierra no te quiere.

Diez minutos antes de que asumieras los destinos de esta tierra que te acogió benévola cuando eras un chiquilín, emitió un último quejido, un lamento postrero.

Eso creímos, al menos. Que era el último. Pero seis minutos más tarde volvió a quejarse. No quedó duda entonces. A la Pachamama no le gustas, Sebastián. Más aún, está súper molesta contigo.

Mucho cálculo, dice. Mucha vida dedicada a hacer dinero. (Y presentada, por arte de birlibirloque, como "vocación de servicio público", pa más recacha.)

La Madre Tierra tiende a amar a otros, a los pobres y desventurados, los modestos y sencillos; adora a los que gozan de lo mínimo, de la brisa en el rostro o de la contemplación de una rosa o una puesta de sol; a veces, estos desventurados devuelven la mano y escriben poesía o componen una canción, embelesados por lo simple.

Pero hay quienes no están hechos para contemplar. Sus habilidades son auditivas, muestran gran capacidad para captar los sonidos, pero no de la música ni de las hojas mecidas por el viento sino las ondas sonoras provenientes de los centros bursátiles que, decodificadas, les informan si comprar o vender. Escuchan voces, sí, pero a ello se une una gran capacidad ejecutiva que les permite tomar decisiones acertadas que, por lo mismo, se traducen automáticamente en un aumento significativo de sus patrimonios, sin arriesgar ni por un segundo a que una gran oportunidad se vaya al tacho por andar por ahí mirando rosas -por ejemplo- como un pelotudo.

A estos hijos la madre tierra los acoge -por eso, porque son sus hijos- pero con reparos. No puede dejar de verlos como advenedizos, impertinentes, son los que han venido aquí a sacar ventajas, incluidas aquellas que comprometen el bienestar y la salud de esta misma Madre.

Por eso llora. Si no es pa menos.

Ya casi termina el día y la madre tierra no ha cesado de gemir.

Señor, ten piedad de nosotros.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y sabes por qué la Pachamama no lo quiere, por mentiroso y oportunista. Todo lo que está haciendo es puro teatro y del mejor para hacer creer a aquellos que aún les meten el dedo, mejor dicho, el codo a la boca, para seguir mintiendo.
Un botón de muestra aquella gente de clase media, que se le cayó su edificio en Maipú, La Villa Olímpica, La Villa Portales,y así tantas otras que ha hecho? NADA....,y según sus discursos trasnochados, en donde siempre dijo que se iba a preocupar de la clase media y los pobres, que pasó? sufrió de amnesia? o es otra de sus mentiras.
Bien me parece que la madre tierra reclame, aunque somos muchos los perjudicados, pero no importa, algún día saldremos adelante.