Ni un espacio crítico amplio ni menos una instancia de reflexión



viernes, 4 de junio de 2010

El weón desubicado

Hace muchos años atrás era habitual toparse por aquí o por allá con una especie de catálogo que listaba los muy variados y diversos tipos de "weones" que habitan esta larga y angosta faja. Se distribuían de mano en mano, en el colegio, o en la oficina. Ahora se replican de vez en cuando por la red mediante presentaciones power point.
El catálogo también era diverso pero por lo general comenzaba con "el weón aburrido", pasando por el ampliamente difundido "weón tonto", y terminaba casi siempre con "el weón zalamero", o, en un arrebato de ingenio popular, con el weón weón.
El weón desubicado era, por cierto, uno de ellos. No faltaba más, pues los hay por montones, mostrando una transversalidad que asusta.
Y no era para menos pues uno de ellos accedió a la Presidencia de la República, en los inicios del siglo XXI.

De sonrisa julera y presa de un irrefrenable deseo por atraer la simpatía de sectores populares, una tarde se fue a meter al lugar de concentración de la "roja" (cuando jugábamos al fútbol, mucho antes de que el recinto se convirtiera en un campo de golf destinado a financiar las prestaciones clínicas del hospital adyacente) pocas horas antes de que ésta emprendiera vuelo a Sudáfrica a disputar el campeonato mundial.
Hizo de las suyas, según se cuenta.

Es cierto que no se imaginó (como buen weón desubicado que era) el "tibio recibimiento" que le infligió el entrenador de la roja. Pero claro, se fue a meter en el momento en que don Marcelo y sus pupilos tomaban apuntes mirando el partido de España con Corea del Norte. Don Marcelo le sonrió y los jugadores elevaron la mano desganadamente. Sin saber qué hacer por el momento, se retiró hacia las canchas y allí estuvo un rato conversando con utileros y pasapelotas haciendo chanzas con ellos en un lenguaje pretendidamente popular. No le creyeron.
Al rato apareció por allí el Hinzpeter arrastrando el "punto de prensa" que le acababa de arrebatar a la Ena, que quedó hecha una furia hasta que el Rodri le gritó de lejos que se había caído la venta de Chilevisión.

Terminado el partido con España, los chicos salieron a la cancha y se arremolinaron alrededor del artefacto; tomaron el micrófono y jugaron un rato a dirigirse al país. El Presidente los cachó de lejos y prestamente se les acercó. Dijo que quería dirigirles unas palabras de despedida y desearles la mejor suerte del mundo...
De ahí pa' delante, se fue de cagá en cagá.
Comenzó por insultar a los jugadores nombrándolos por sus apodos futboleros, como si se conocieran de aaaños. El editorial de El Mercurio del domingo siguiente tuvo que recordarle que esa era una práctica aceptada en el círculo de las amistades más estrechas, aparte de su uso periodístico. El decano rezongaba en el segundo párrafo: "Presidente, nadie en su casa llama Pitbull a Medel".

No contento con ningunear a los jugadores (creyendo estar haciendo todo lo contrario, conducta típica del weón desubicado) reservó el desatino más grande para don Marcelo, el dueño de casa. Lo calificó de loco. Así de simple. Pero como don Marcelo era un caballero, apenas el Presidente terminó con el ultraje polifuncional, el profe se le acercó, lo saludó de mano y se retiró. El Mercurio silenció el asunto, su editorial no hace mención a esta parte.

Restaba la guinda de la torta. Apenas se retiró el anfitrión, el Presidente se sintió algo más suelto y al terminar su discurso bajó del pequeño estrado a departir con los jugadores, intentando replicar sus chanzas de un rato atrás con los pasapelotas. Vuelta a fracasar. (A nadie le gusta que cualquier pelotudo, por muy presidente que sea, venga y lo llame a uno "palmatoria" así como así.) Pero nuestro hombre es tenaz y como no le había resultado con el lenguaje decidió intentar por el lado del manoseo, mejor dicho, del contacto físico. Y no encontró nada mejor que sobarle la pierna a don Humberto Suazo, centrodelantero que asombraría al mundo un mes más tarde y que en ese momento sufría de un desgarro muscular. Vuelta a cagarla: le hizo nanay en la pierna equivocada. Le sobó la derecha y la lesión estaba en la otra.
Desubicado, pos. Un weón desubicado.

De tarde en tarde recibo un correo con un power donde viene el catálogo a que hago mención. Ha crecido una enormidad. El último contaba la historia que aquí acabo de transcribir, agregando que es desde aquella época que el catálogo contempla la subcategoría: "El weón desubicado propiamente dicho".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola:
De nuevo felicitaciones....Pero hay que agregar que también es un weón ignorante y mentiroso lo digo por lo siguiente:
1.- La venta de Chilevisión, pensó que la Universida de Chile lo iba a pasar por debajo de la mesa, ya que ellos son los dueños de la señal, que bolas!!!!
2.- Cuiando estuvo en Argentina le solicitó a la Presidente Sra Fernández que le cuidara a su hermanito!!!!, otro weón que tiene mas de 40 y hay que estarlo cuidando como niñi chiquito, que vergüenza!!!!!

Dago dijo...

Anónimo:
No sabía lo del hermanito en Argentina. Buen dato. Gracias por el comentario.