Ni un espacio crítico amplio ni menos una instancia de reflexión



martes, 27 de abril de 2010

A nuestro tío permanente

Escenas de hondo dolor y profundo dramatismo se vivieron ayer en el Parque Metropolitano con ocasión del funeral del inmigrante alemán Paul Schaffer, gestor de una obra humanitaria sin precedentes en la historia de nuestro país. Una larga fila de dolientes acompañó al féretro, encabezada por el senador UDI don Hernán Larraín quien, virtualmente deshecho por la tragedia, no podía ocultar el llanto. Cobijado por el abrazo fraterno de don Jovino Novoa, caminaba a paso lento, arrastrando los pies. Tal era su dolor.

A la mitad del trayecto, sin embargo, ya se le notaba algo más calmado. Se les había unido don Fernando Matthei quien, siempre tan sensato para enfrentar la vida, en vez de llorar, optó por recordar los bellos momentos que juntos habían pasado en la Villa, cuando vacacionaban allí por los años 80 y él, Fernando, aprovechaba de charlar en alemán con el tío Paul, que siempre tenía a mano un chiste alemán para contar.
Esto hizo reír a todos y, poco a poco, Hernán se fue calmando.

Recordó entonces las duras batallas que habían tenido que enfrentar. La "Corporación de Amigos de Colonia Dignidad", el año 1994, lo había pasado muy mal. Y eso que bregaba por defender la escuelita y el modesto hospital, construido con el esfuerzo sostenido de colonos y niños; estos últimos después que el tío se aburría de ellos.
-No he visto a Juan Antonio- dijo Hernán. -¿Anda por ahí? Me pareció verlo a la entrada cuando saludó de beso a la Rebeca, pero hace rato que no lo diviso.
-¿Coloma? -preguntó la Evelyn, que en ese momento se incorporaba al grupo.
-Síii, Coloma y tantos otros- anotó Bombal, que caminaba algo más atrás, muy suelto de cuerpo, mirando minas (de otros funerales, naturalmente).
-Ahh, tantos otros... Tienes razón, Carlos. Dime, te acuerdas de quiénes formábamos ese colectivo?
-Uuy, cuesta recordarlos a todos...-.
Carlos Bombal dejó la frase sin terminar pero fue recordando para sí poco a poco los nombres de los integrantes: Hernán Larraín, su mentor; él mismo: Carlos Bombal; Evelyn Matthei, Andrés Chadwick, Jaime Orpis y, no faltaba más, don Juan Antonio Coloma. Un grupo selecto, agradecido de los inestimables servicios prestados por la villa en los difíciles momentos de la lucha contra la insurgencia.

A punto de llegar al lugar del eterno descanso, Hernán, que en ese momento solo sollozaba calladamente, recibió un golpecito en el hombro. Era don Sergio Fernández quien, después de las palabras de rigor, le planteó que ellos, los que recurrieron al Tribunal Constitucional en 1991 alegando la inconstitucionalidad del decreto aquél que declaraba disuelta la personalidad jurídica de la Colonia, deseaban publicar en los medios una nota de sincero homenaje y reconocimiento a don Paul y quería saber si él, don Hernán, estaba dispuesto a firmarla, en representación de los "Amigos de la Colonia". Agregó que era parte fundamental de la nota de homenaje reiterar las palabras aquellas tan hermosas que había pronunciado él mismo con ocasión del rechazo a un operativo criminal en la Villa el año 1996, cuando tuvo que alzar la voz para reclamar que se pretendía detener a "un anciano de cerca de 80 años que además sufre la pérdida parcial de la visión".
- También tengo que hablar con los que votaron en contra de la comisión investigadora sobre "violaciones a los derechos humanos en la Colonia", como cacarean estos otros- agregó.
-¿Quiénes están ahí, Sergio? -preguntó Hernán.
-¿Dónde? En lo de la comisión o en lo de la personalidad jurídica?
-En cualquiera de esas barbaridades. Lo que me interesa saber es si está Sebastián.
-Mira. La verdad, no estoy seguro. Aunque yo tengo la impresión de que se corrió-. Luego agregó: -Pero aquí tengo la lista.
-Léemela. Voy a firmar de todos modos, pero léemela.
-Ok.

A esa altura, Paul estaba a punto de descender a los infiernos y la muchedumbre sollozaba quedo, muy quedo, así que a don Sergio no le quedó otra que, muy quedo también, referirle los nombres. Así como pa callao, leyó su lista:
- Diputados y senadores: don Sergio Fernández -disculpa que me ponga en primer término-, don Sergio Romero, don Mario Ríos, don Sergio Diez, doña Olga Feliú (ay, la tía Olga, su abogada, que lo visitó seis veces cuando el tío estuvo exiliado en Buenos Aires), don Bruno Sievert, don William Thayer y don Santiago Sinclair.  Otros: don Jaime Guzmán y don Sergio Onofre Jarpa.  ¿Te parece?
-Me parece. ¿Dónde sale el homenaje?
-En un blog, no más. Después te doy el link. Va con fotos. ¿Ta bien?

La flor que llevaba la Rebeca hizo al caer un ruido pequeñito sobre el féretro y luego todos se encaminaron a los estacionamientos. Como dice el autor de El Principito, es después de abandonar el cementerio cuando los muertos están verdaderamente muertos, incluido Paul, benefactor inestimable de la UDI, de RN y de la Dina.
Un instante de sano esparcimiento. El Grupo de Bronces y Metales de Villa Baviera interpreta el Deutschland Uber Alles. En el saxo tenor: Juan Antonio Coloma; trompa: Sergio Fernández; piccolo: Jovino Novoa; clarinete: Andrés Chadwick; fagot: Evelyn Matthei; trombón: Hernán Larraín; trompeta: Jaime Orpis.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Quiero dar mi testimonio de vida.
Quien escribe este blog, insiste en su crítica malintencionada para con aquellos que de una manera u otra, dieron todo por nuestro querido Chile. El señor Paul Shaffer, a quien conocí personalmente en la hermosa Colonia Dignidad, me pareció un hombre tremendamente humanitario con todos los habitantes de ese lugar. En esa ocasión, recuerdo que llegó incluso a contar el cuento de la Caperucita Roja, por cierto en alemán, por lo que no entendí una palabra de lo que decía. El numeroso grupo de niños que lo miraban asustados, lógicamente por el cuento, una vez terminado el relato, se retiraron y quedaron solo dos quienes se refugiaron llorando en el regazo de don Paul. Que gesto hermoso de bondad de ese hombre al acojer a estos pobres angelitos. Me tengo que retirar, me dijo, y se alejó hacia sus habitaciones con los pequeñuelos de la mano. Yo quedé hondamente conmovido al ver su bondad.
Eso no más quería compartir con ustedes, en esta hora que nuestro señor lo debe estar haciendo pasar al paraiso, ya que debemos recordar que El, también dijo, "dejad que los niños vengan a mi..."
Gracias por todo.

Juan Zenón Soto Campos dijo...

Tío permanente, fuiste un maestro para mi. Nunca te olvidaré!!

Anónimo dijo...

Viejo Culiao !