Ni un espacio crítico amplio ni menos una instancia de reflexión



miércoles, 9 de junio de 2010

Lamentable pérdida


Estimados, queridos y recordados compatriotas, connacionales y amigos:

Ayer a las 7:30 dejó de existir en la capital argentina el destacado jurista don Miguel Otero a raíz de una verborrea fascistoide que lo aquejaba desde que abandonó la Escuela Militar, con su diploma de oficial de ejército bajo el brazo, allá por los años '50. Resistió el último embate de la adversidad por 24 horas, pero el destino quería otra cosa.

Múltiples fueron las labores en que se desempeñó don Miguel. Contralor de la Universidad de Chile en la década del 70, no escatimó esfuerzos por limpiar la universidad de los elementos dañinos que pululaban en su interior. Posteriormente, en los noventa, cuando muy a su pesar se reconquistó la democracia, fue "elegido" senador de la república. En el hemiciclo mostró una de sus más notables facetas, la de amigo de sus amigos; desde esa tribuna promovió sin descanso la ley que impediría que a mí me volviera a suceder lo que me pasó con la Matthei; ley que lleva su nombre, por cierto, y que permitió encarcelar posteriormente a más de algún fascineroso, como un tal Guillé, por ejemplo.

Yo tampoco me olvido de los amigos. Más aún, si se trata del padre de una de mis asesoras. Por ello, cuando fui ungido con este alto cargo, no dudé en llamarlo y pedirle que hiciera, una vez más, un sacrificio por la patria. Miguel, te quiero en la embajada argentina, le anuncié. De allá somos, me contestó, siempre tan chancero.
Allende (oh, perdón) allende Los Andes, decía, cumplió a cabalidad con sus funciones de representante del gobierno chileno durante inolvidables 61 días, tomando decisiones altamente juiciosas en momentos muy difíciles. Apenas se dio cuenta de que llevaba como dos meses en Buenos Aires y nadie le daba pelota, decidió dar un paso audaz. Llamó al diario Clarín pa que lo entrevistaran pero a título personal. Soy Miguel Otero dijo al teléfono ¿podrían entrevistarme?, ¿el embajador de Chile? preguntó la periodista. No, soy Miguel Otero no más.
¡Graaande Miguel! "¿La CIA? ¿cuándo? ¿cómo?"   IDOLOO...  

Bueno...
Tus palabras, Miguel, en esa entrevista conseguida a puro ñeque, son un ejemplo para las nuevas generaciones.
¡Qué gusto da oírlo recordar los tiempos de la JAP! ¡Con qué brillante retórica ilustraba aquellas circunstancias y cómo era capaz de hacer historia profunda y verdadera con un par de oraciones simples, aquellas que aprendimos en cuarto básico!
Cito de memoria:
"Yo he estado en colas a la cuatro de la mañana con mi señora y mis hijas para ver si conseguíamos un kilo de pan. Más aún, teníamos que proteger estas colas de la extrema izquierda".

Un patriota de tomo y lomo, Miguel. Así te han recordado también quienes me han precedido en la palabra, el líder de Renovación Nacional, don Carlos Larraín, el timonel de la UDI, don Juan Antonio Coloma y el senador por RN don Alberto Espina, aunque en el caso de este último, la recomendación viene muy de cerca porque es, o, perdón, era, tu sobrino.

Tu aporte, Miguel, en orden a profundizar la inserción de Chile en el mundo como modelo de país democrático y republicano, no será olvidado jamás. Después de ti, las relaciones diplomáticas con la hermana república argentina no volverán a ser las mismas.
Adiós, ciudadano ejemplar, descansa en paz.
La mitad de Chile te recordará por siempre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hacer mofa de Miguel no me parece adecuado, mas aún cuando, ese del cual se hace mofa, es y será un grande defensor de los valores que llevaron a este país al sitial en que se encuentra hoy día. Este sitial , o, sitio, o, lugar, como le llaman, ha sido alcanzado por nuestros prohombres que con el sacrificio de sus vidas, de sus familias, y de su haciendas, consiguieron para Chile la inscripción en el más alto sitio(nuevamente) que país alguno puede alcanzar.
Mis saludos a Miguel, ya vendrá otra. Cuenta conmigo.
El Inversionista.